viernes, 5 de diciembre de 2008

... y España jodió a México.

A mi parecer, el texto siguiente que extraje del libro de Andrés Henestrosa: "Los caminos de Juárez", refleja de la forma más exacta nuestra degradación histórica, a lo que muchos llaman "a lo mexicano":

"B
ien sabeis, conciudadanos, que España subyugó a México con el derecho del mas fuerte. su imperio fundado sobre la injusticia no podía sostenerlo si no tambien con la injusticia. Para retener lo ajeno en presencia del mismo dueño, debía valerse de todos los medios reprobados por la moral y la razón. Así lo hizo, en efecto: descuidó la educacion de los mexicanos y les cerró las puertas de las ciencias para hacerles olvidar completamente sus derechos, les inculcó las doctrinas de una ciega obediencia, para obligarlos a reconocer la esclavitud como el primero de sus deberes, crió clases con intereses distintos, y con una suma, aunque pequeña, del poder arbitrario, para que creyéndose estas de una raza superior ,oprimiesen a su vez y formasen una de las gradas de su maléfico trono. Les prohibió toda comunicacion con las naciones extrañas, cerrando las puertos al comercio y fomentando un odio criminal contra el extranjero, a quien hace parecer como enemigo de Dios y de los hombres. Estableció la inmoral y vergonzosa pena de azotes, a fin de acostumbrarlos a perder el pudor, que es el baluarte mas fuerte de la dignidad del hombre. Para empobrecerlos, impulsó fuertes tributos que exigió con el más inflexible rigor. Mezcló la política con la religión para revestir a sus máximas de una veneracion que solo a Dios es debida. Sistematizó la intolerancia y el fanatismo, y cualquiera que osaba reclamar sus derechos o atacar los abusos del poder con las armas de una razon ilustrada, recibía el cadalso o la hoguera por unica satisfacción a sus reclamos.

Tal es la conducta que observó España para dominarnos. Aislar, corromper, intimidar y dividir: estas fueron las máximas de su política cruel. ¿Y cuál fue el resultado de todo esto? Nuestra miseria, nuestro embrutecimiento, nuestra degradación y nuestra esclavitud por trescientos años.

Pero hay más: la estúpìda pobreza en que yacen los indios, nuestros hermanos. Las pesadas contribuciones que gravitan sobre de ellos todavía. El abandono lamentable a que se halla reducida su educacion primaria. Por otra parte, la intolerancia política por la que se persigue y se aborrece al hombre, porque haciendo uso de su razón, piensa de este o del otro modo. El menosprecio de las artes y de las ciencias. El aborrecimeinto al trabajo, y el amor a los vicios y a la holgazaneria. El deseo de vivir de los destinos públicos y a costa de los sudores del pueblo. En fin, la proteccion que se dispensa al hombre inepto y prostituido, y la persecucion innoble que se declara al ciudadano honrado, que conociendo la dignidad de su ser, no se doblega a los caprichos de otro hombre. Todos estos defectos son todavia las reliquias del gobierno colonial, son los resabios de su política mezquina y miserable, son los verdaderos obstáculos de nuestra felicidad, y son los gérmenes positivos de nuestras dimensiones intestinas.

Si, pues tan funestos males han producido esas máximas inicuas, la razón, la prudencia y la propia conveniencia nos aconsejan huir de ellas, como de una fuente venenosa, y desecharlas de nuestro sistema social."

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