lunes, 16 de enero de 2012

2012 o nunca - Lucero Solórzano.

Para grabar un programa de GALERÍA de CANAL ONCE visité la Basílica de Guadalupe a principios de diciembre. De verdad se revuelve el estómago ante el abuso de la ignorancia, la superstición, la muy mal llamada “fe” y la pobreza por parte de las autoridades de la Iglesia en nuestro país. Siguen en las puertas de la nueva Basílica los enormes y muy pulidos contenedores de limosnas, del tamaño de un tambo de basura con dos ranuras: una pequeña, para las monedas y otra alargada para los billetes. Sigue también la dolorosa pobreza de los millones de seguidores de la Virgen de Guadalupe que no traerán zapatos, dormirán en la calle en su peregrinar, se quedarán sin comer, pero eso sí, dejarán su cuota segura. La Villa es una de las sedes que más ganancias económicas traen por concepto de limosnas a la “Santa Madre Iglesia” en todo el mundo; ese es uno de tantos lastres que cargamos desde la Colonia, por eso los Papas nos quieren tanto, el negocio es impresionante. Llenan sus arcas y mantienen a la gente “bocabajeada”, con la idea de que su limosna le compra un lugar a la derecha del Padre, la solución de sus problemas, y quien quita y hasta un milagrito. Mientras, los gobiernos desfilan con beneplácito ante la bien realizada chamba de su socio, la Iglesia, que mantiene a los “súbditos” bien quietecitos.

Cuánto daño le han hecho a México los grupos políticos y religiosos que durante cinco siglos sólo han ambicionado el poder, que han vendido y revendido al país en su constante pugna por tener más y acabar siendo los miserables más ricos del panteón. Cuántos han defraudado nuestra confianza, nos han mentido, nos han traicionado. ¿Por qué esa actitud de sumisión cuando pasa un secretario, un senador, un diputado (perdón pero los que conozco no merecen la mayúscula)?, ¿por qué se les lambisconea, se les adula, se les da la mejor mesa de un restaurant, los mejores asientos en un espectáculo, el fast track en todo tipo de trámites?, ¿por qué siguen recibiendo cada fin de año el equivalente a muchos salarios mínimos de mexicanos que sí trabajan?, ¿por qué no acabamos por entender que desde el Presidente de la República hasta el oficinista en la ventanilla de cualquier oficina gubernamental son nuestros EMPLEADOS, que nosotros los pusimos ahí (nos guste o no) y sobre todo, que su sueldo nos cuesta a todos y están haciendo muy mal su trabajo?, ¿por qué seguimos de agachones y “acomodaticios”?, ¿por qué la actitud de súbditos ante un “rey” o más aún ante personas que se siguen creyendo que hay un virreinato y que son los ungidos de Dios?, ¿por qué no nos sacudimos ya el complejo de vasallos?

Cuando pagamos por un servicio cualquiera, si algo está defectuoso o no funciona, exigimos una solución ¿por qué no hacemos lo mismo con esos sujetos? Si tu pones un conserje en tu propiedad y no vigila la puerta, no mantiene limpia la entrada, se hace tonto para proteger tu llegada, falta continuamente y alguien se mete a robar coludido con él: ¿le regalas un premio a tu empleado?, ¿le compras un sillón reclinable?, ¿le das vacaciones de lujo pagadas?, ¿no le reclamas nada?, ¿le renuevas el contrato?, ¿le das un bono extra a fin de año? No ¿verdad?, pues eso es exactamente lo mismo que hacemos con nuestros servidores públicos: Nada.

¿No tenemos solución?, ¿estamos condenados a cargar con los lastres de nuestro pasado con los brazos cruzados?, ¿no fue suficiente lección una Revolución que fracasó rotundamente con costo de millones de vidas y causante de más rezagos?, ¿qué otras tragedias necesitamos vivir para darnos cuenta de que México ya no puede esperar?

Lo que más me preocupa de todo, es la pobreza de la oferta para la Presidencia en este 2012, sobre todo por que es un síntoma de la pasividad e indolencia del país; qué nivel tan ínfimo el de los aspirantes, creo que nunca había sido tan decadente la propuesta. Como en otros sexenios iremos a votar por “el menos malo” ¡qué horror! En los días subsecuentes estaremos recibiendo los resultados, algunos se lamentarán, otros se frotarán las manos, la mayoría nos quedaremos callados ¿y México?, ¿al barranco?

Mi pregunta y mi llamado es a hacernos conscientes de lo que cada uno podemos hacer con el pedazo de país que nos corresponde. Ni pensar en un cambio violento, se eriza la piel de pensarlo. Por eso el cambio debe venir del centro de cada habitante de este país, de los que estamos en situación de mover piezas, de exigir, de demandar, incluso de castigar. Es nuestro derecho pero sobre todo nuestra OBLIGACIÓN.

Desde tu escuela, tu casa, la oficina, el taxi, el consultorio, tu rancho, escritorio, el hospital, la calle, pregúntate ¿estoy dispuesto a sobrevivir otro sexenio de corrupción, violencia, inseguridad, miedo, injusticias, desempleo, arbitrariedades?, ¿qué puedo hacer con mi responsabilidad por un país que se desmorona?

Ya no hay tiempo, antes de que sobrevenga una catástrofe dolorosa para todos hay que pensar, cobrar consciencia y actuar.

Es en el 2012 o nunca.


Lucero Solórzano
Crítica y comentarista de cine.
Excelsior.

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