Bueno, como siempre me parece que Leonardo DiCaprio hace una gran actuación, pero en este caso fue superado por John Chompen (o “Chompem”, no recuerdo bien el nombre) en su papel de un supremacista blanco y militar fanático. Ese tipo de personajes medio locos siempre le quedan muy bien.
La historia trata de una pareja que participaba en un grupo revolucionario por la libertad en Estados Unidos. Ellos no creían en el diálogo: iban directo a la violencia. No mataban directamente, pero sí hacían estallar lugares, liberaban migrantes y apoyaban mucho a los indocumentados. Eran buscados por la policía.
En una de esas, la chica —una mujer negra, de gran presencia y muy atractiva— era pareja de DiCaprio. Ella conoció casualmente a este capitán o general (el personaje de John). Tuvieron unos juegos sexuales extraños que no terminaron en nada, pero él terminó obsesionado con ella. Ya sabía dónde operaban, pero nunca quiso atraparla hasta que cometieron un error y, en un operativo, terminaron matando a una persona.
Ella fue apresada por la policía, no por la milicia, y terminó delatando a todos. Se metió en el programa de testigos protegidos, ayudó a capturar a casi todo su grupo, excepto a su esposo y a su hija, que entonces apenas tenía un año. DiCaprio siempre le decía que se calmaran, que dejaran esa vida porque ya tenían familia, pero ella no quiso. Fue entonces cuando la atraparon.
Para que el capitán la apoyara y no la encarcelaran, ella tuvo que acceder a varias condiciones, entre ellas relaciones sexuales con él. Después desapareció. Pasaron unos 14 o 15 años. Su hija ya era adolescente, estaba por salir de la secundaria, cuando el pasado volvió.
El capitán nunca dejó de buscarlos. Llevaba consigo una cajita de detección de ADN porque sospechaba que la hija no era de DiCaprio, sino de él. Y tenía razón. Al comprobarlo, ya no quiso matarla, solo se alejó, porque descubrió que en realidad era su hija biológica. Sin embargo, ella veía a DiCaprio como su verdadero padre, y él la quería como tal.
La película sigue con persecuciones y acción, hasta que finalmente logran escapar de sus captores. Ella, ya mayor, se volvió revolucionaria como su madre, mientras que DiCaprio terminó más calmado.
El capitán, por su parte, tuvo un final extraño: fue asesinado por su propio club de supremacistas blancos. En esa organización exigían un historial impecable: pensamiento racista estricto y nunca haber tenido relaciones con latinos o negros, mucho menos haber tenido un hijo con alguien negro. Cuando descubrieron que él había tenido esa obsesión y un pasado oculto, lo consideraron una traición y lo mandaron matar.